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domingo, 17 de enero de 2010

HABLA NÂZIM HIKMET



«Un poeta comunista, progresista, revolucionario, el término no me interesa. Un poeta ligado al progreso de la humanidad debe crear obras de arte verdaderamente dignas de ese nombre. Sus poemas deben ser, por una parte, comprensibles para el pueblo, incluso si es analfabeto, y poder servir de fondo a la literatura futura, por otra. (...) Un poeta revolucionario es un hombre que actúa: no debe únicamente reflejar el alma de su pueblo, sino que debe darle una dirección. (...) En Estambul, escribía para que me lo imprimieran, para que me leyeran con los ojos. Pero en Anatolia comprendí que era preciso leer los poemas en voz alta, para el pueblo. (...) Entonces me dediqué a escribir poemas sonoros, con rima y expresiones populares (...).  Pero cuando estuve encarcelado, comprendí otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con una entonación muy de charla, muy íntima.
»La poesía es tan útil como el pan, la sal y el agua. (...)
»Mi oficio esencial es el de poeta. Hago teatro también y estoy empezando una novela. No existen temas específicos de la poesía, la novela o el teatro, todos los temas pueden ser tratados por uno u otro. Cuando se trata de la poesía, no hago ninguna concesión, quiero decir ninguna concesión formal. Concesiones ideológicas, las hago cuando me equivoco y digo: “tenéis razón, amigos míos”. Pero en el teatro, en la prosa, como son cosas secundarias para mí, puedo hacer concesiones formales, incluso puedo ser conformista. A veces se hacen concesiones sobre las cosas secundarias. La vida es tal que no hay que hacer concesiones en las cosas esenciales».

Fragmentos de la entrevista con Régis Debray y Jean-Marie Villegier para Clarté, nº 48


«Hoy en día, utilizo todas las formas. Escribo tanto siguiendo la métrica de la literatura popular como con rima. (...) Escribo también en lengua hablada, en su expresión más simple, sin métrica ni rima. Hablo tanto de amor como de paz, de revolución y vida, de la felicidad, del destino, de la esperanza y la desesperación. Quiero que todo lo que es propio del hombre lo sea de mi poesía. Quiero que el que me lea pueda encontrar, en mí o en nosotros, la expresión de todos sus sentimientos. Que nos lea tanto cuando quiera leer un poema sobre el 1 de mayo, como cuando quiera oír hablar de su incomprendido amor. (...)
»Desde que soy poeta, lo que espero, lo que exijo de las bellas artes es que, al servicio del pueblo, lo conduzcan hacia días mejores. Que traduzcan el sufrimiento, la cólera, la esperanza, la felicidad, la nostalgia del pueblo. Eso es lo que no ha cambiado en mi concepción del arte. El resto ha variado, varía y variará en todos los sentidos. Yo he cambiado, cambio y seguiré cambiando para testimoniar de la manera más conmovedora, más inteligente, más eficaz, más bella y más perfecta, esto es lo que no cambiará.

Conversación con Ekber Babayev, Konusmalar, Estambul, Adam Yay, 2000.